Todos pensamos lo mismo cuando hablamos de igualdad. No es necesario aclarar que hablamos de las mujeres y de su causalidad.
Sin embargo, pese a quien pese, el mundo se mueve. No conviene olvidar, desde luego que fueron mujeres las que empujaron, con todas sus fuerzas, para que cambiaran los hechos sociales. Si en este momento está entreabierta la puerta es preciso recordar que se debe a que las mujeres –que vivían encerradas entre cuatro paredes- no repararon en horadar la roca viva de su aislamiento, sin más herramientas que su fuerza de voluntad y la sangre y el dolor de sus manos.
No, no pudimos salir por la puerta: la puerta hubiese sido un camino cómodo y humano.
Para que nos iniciáramos en el camino de la igualdad fue preciso que, en España, naciera Clara Campamor y que antes, otras pioneras despejaran la senda de las universidades, escuelas de oficios, talleres y oficinas. El mundo obtuso, cerrado y machista pierde y perdió siempre de vista la enorme riqueza que ahogó con torpeza en la “paz confusa de los hogares”. Tampoco conviene obviar que en el recinto machista hay mujeres que gritan su enfado y se creen portadoras de los valores eternos de los varones.
Tuvo que estar al frente de las prisiones Victoria Kent para que los presos españoles dejaran de arrastrar grilletes en los pies. En los años 70 aún existían leyes en este país que impedían en aborto pero toleraban el infanticidio realizado por la propia madre o los abuelos, si estaba en juego la honra de la familia. Aquí se constata un hecho muy claro: Iglesia y Estado defendían, a dúo, la existencia de los orfanatos donde crecían niños tristes y desamparados.
Igualdad, esta palabra se torna amarga como la hiel cuando consideramos el terrorismo de género. Cada quince segundos muere en el Mundo, en cualquier lugar de Europa, Asia, África, América y Oceanía una mujer degollada, apaleada, quemada, arrojada desde un balcón o un puente, atropellada, tiroteada, ahorcada por quien para retenerla a su lado dijo estar enamorado. Creo que sólo es preciso realizar un cálculo sencillo: son
2.102.400 (dos millones ciento dos mil cuatrocientas) al año.
Jamás en la Historia de la Humanidad, hambruna, catástrofe ni guerra alguna alcanzó tan espeluznante número de víctimas. Hablamos de igualdad pero ¿de qué igualdad estamos hablando?
Nota importante:
La palabra igualdad me fue propuesta –con la mejor voluntad del mundo- por YEL que tiene un blog muy interesante su http://busqueda-constante.blogspot.com
Y que yo se lo he agradecido mucho pero la envergadura del tema me impidió tratar en “El Juego de la Palabra Dada”. Él, afortunadamente como otros muchos hombres, no es un machista, por lo menos, yo así lo entiendo. El se acercó a mi blog en la fiesta de la Mujer Trabajadora para felicitarme y como se encontró con el tema del juego, me dejó su palabra. Eso fue todo. Lo he aprovechado para sacarme algo doloroso que llevo dentro. No ignoro que el tema bien tratado merecería un espacio que es poco adecuado para un blog tan personal como el mío. He tratado de esquematizar y así y todo, resulta largo: perdonar.