Las realidades del vivir cotidiano vistas con humor, no dejan de ser realidades pero son más amables. La sociedad está llena de héroes desconocidos, a ellos quiero dedicar mi atención. La poesía tendrá aquí un pequeño espacio.

viernes, 31 de agosto de 2007

Una niña de la ciudad




Una niña de la ciudad habitante
que transita por pavimentos
sin árboles, ni fuente;
sin pájaros, ni bancos.
Señores de la calzada de asfalto:
los coches y tranvías.

Por las aceras
la gente camina apresurada.
De vez en cuando,
en algún balcón
- casi como un milagro-
puede verse una maceta con geranios.

Hasta que no cumplió los siete años
no supo lo qué era jugar con el barro,
chapotear con el agua,
sentir su cuerpo acariciado por la brisa del mar,
bañado por el sol.

La niña de mi cuento un día
desde la ciudad llegó
hasta un pueblito asturiano.
El sendero que conducía a la playa
tenía un trecho que serpenteaba la costa
para luego,
Introducirse tierra adentro
y volver a salir, esta vez,
definitivamente
a la playa.

Este camino
mil veces andado y desandado
es uno de los recuerdos
más entrañables de su niñez.

El cielo azul se unía al mar,
los prados y los bosques.
Los zarzales, repletos de moras.
Las babosas de color anaranjado,
de lentos movimientos
que tienen su cuerpo desprovisto
de caparazón,
siempre fueron objeto
de todos sus cuidados:
siempre fueron las dueñas
de toda su ternura.

Las campanillas blancas y también moradas.
Las hostiles ortigas
que crecen a la sombra de las zarzas.
Alguna lagartija que, sorprendida,
huía apresurada y,
debajo de alguna piedra,
refugio buscaba…
La yedra que envolvía el tronco de los laureles.
Las gaviotas, veloces, ágiles y rápidas
- certeras pescadoras-
que reposaban y tomaban el sol
en aquella playa de San Antón.
Admiradora de sus blanquísimas plumas
absorta se quedaba contemplando
su ir y venir.

Aquel sendero, después camino o calella,
era una auténtica maravilla:
era un gozo que sorprendía
su alma de niña todos los días.


9 comentarios:

Monica dijo...

Querida Fran hoy visito por primera vez tu blogg.
Tu detallado relato me dej� inmersa en aromas y colores fant�sticos.
sent�a en mis o�dos el rumor del agua y en mi piel la ternura de la ni�a.
Bell�simo.
Besos argentinos

. dijo...

hola Franzisca!
me quedé sin palabras bonitas para decir, pues están todas en ese poema de la niña...
qué alegría conocerte, vengo del blog de nanny lidia, a quien quiero mucho y es mi compatriota, y siento que ustedes podrían ser mis madres postizas, mi mamá ya no está conmigo, y era asi, tan amante de la poesía y las palabras bellas como ustedes
te mando un fuerte abrazo desde mi Argentina, y seguiré visitándote
Besos!!

. dijo...

tu mensaje llegó tan rápido como la luz, por suerte este lugar está tan lleno de luz, y nos llena cada día con las palabras de estos amigos virtuales pero tan reales...
gracias por las palabras tan lindas que me dedicás, yo cada día, a pesar de las tristezas, siento felicidad de conocer seres tan hermosos como vos
y sonrío

abrazo enoooooooooooorme :)

Raquel Márquez dijo...

Qué bonito, Francisca, y qué curiosas todas las noticias de las que estás hablando últimamente, acabo de pasar por aquí y ya he leído un montón de cosas... ¡Qué bien que empieces "el curso" con las pilas tan cargadas!

Gasper dijo...

Es que, muchas veces, la vida comienza cuando descubrimos esas pequeñas cosas por la que vale la pena vivir.

Besos, y gracias por pasar por mi barrio

Raquel Márquez dijo...

Ah, por cierto, yo estuve en Amsterdam pero hace unos años, este año donde he ido es a Berlín unos diítas, que ha estado muy bien...

El Mostro dijo...

Hola Fran! Yo también tengo la sangre verde en primavera y roja el resto del año.

Un abrazo mostro.

Cigarra dijo...

¡Qué bien, un poema de Franziska, de esos que te dejan iluminado el día! Enhorabuena por tus recuerdos felices, el mejor tesoro que se puede tener.

Kety dijo...

¡Qué suerte teneis los que habeis nacido cerca del mar!
Los que no, tenemos que conformarnos con visitarlo de vez en cuando.
Tu poema hace regresar a la infancia, que ya es.
un abrazo
kety

Evaristo Valle