Por un senderillo,
por un caminito que olía a limón,
tomando un atajo,
al monte, una tarde, se marchó Vidal.
Vidal tenía los ojos azules;
el rostro, moreno;
las piernas, muy largas;
las manos, pequeñas;
la sonrisa, franca;
la mirada, clara,
sincera y honrada.
Y un sueño muy hondo
cincelado en su entraña:
Quería volar con dos alas blancas,
quería llegar donde la esperanza
de vivir en paz, no fuera un anhelo
sino la más simple y pura verdad.
A su aldea había llegado la guerra
que puso en sus manos
fusiles y bombas, al tiempo que alguien
le dijo: “odia a estos hombres,
tienes que matarlos”
Escapó pensando que alas tenía
y de un tiro certero se murió creyendo
que estaba llegando…
la Paz pudo verla,
le estaba esperando.
Raitán
Alcalá de Henares, 10 de Septiembre de 2002
3 comentarios:
Vidal con esos ojos azules y con todas sus dulzuras quizo volar con sus alas blancas y llegar al corazón del hombre para decirle "no mates más"
Pues, desde luego, a mí me ha llegado.
De todas formas, yo creo que todos llevamos un pequeño Vidal dentro...¿os imagináis si todos lo sacáramos a relucir alguna vez?
Huir de la realidad para un niño soldado parece que es la única puerta abierta. Lo difícil es atravesarla y muchos se quedan con el espanto como eterna compañera de su vida.
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