No soy la clara alborada
ni la estrella vespertina,
ni el resplandeciente ocaso
que las nubes ilumina.
No soy el junco del río
ni el agua plácida y transparente,
ni el avasallador torrente
que brama por las montañas.
No soy la vereda estrecha
ni el anchuroso camino,
no soy el valle entre cerros,
no soy monte del olvido.
No soy el aguila astuta
que surca fiera los aires
ni la inocente paloma
que coma en manos de nadie.
No soy la flor del almendro
que tiene el corazón duro
ni soy la flor del cerezo
que ofrece su tierno fruto.
No soy el álamo blanco
que alberga el nido del mirlo
ni soy la encina centenaria
más vieja que los caminos.
No soy la yedra que trepa
ahogando el árbol que arropa
ni soy la cándida rosa
que el calor y los vientos deshojan.
En este ser y no ser,
en este estar y no estar
están todas mis esencias
mas mis presencias se van.
Raitan
Alcalá de Henares, 15 de junio de 2002